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PRIMER TRATADO.                       A Lazarillo se le murió su padre a los 8 años porque lo mataron por robar, y confesó y lo persiguieron por justicia. Entonces el y su madre se fueron a vivir a la ciudad y allí la madre se hechó un novio negro con el cual tuvo un hijo. Pero a su novio lo mataron porque todo lo que él traía a casa era robado de su trabajo y le dieron una paliza y a la madre de Lazarillo le impusieron una pena por justicia. Ella se puso a trabajar en una posada. Cuando el pequeño ya andaba y lazarillo era más o menos ya un hombre, un ciego le pidió a la madre de Lazarillo que si él podría hacerle de guía. Ésta aceptó pero no sabía lo mal que lo iba a pasar su hijo porque durante el tiempo que estuvo con el ciego, Lazarillo pasó mucha hambre ya que él casi no le daba de comer y, además, le azotaba, lo que provocó que Lazarillo le acabará robando comida aprovechándose de su ceguera. Lazarillo se vengó: le hacía pasar por los lugares más difíciles de caminar, le cambiaba la longaniza por nabos etc... Un día lazarillo no pudo más y se fue huyendo dejando al pobre viejo tirado en el suelo con una herida en la cabeza.

 

LAZARILLO DE TORMES.
TRATADOS

SEGUNDO TRATADO.

A los pocos días Lázaro llegó a un lugar llamado Maqueda, donde se topó con un clérigo al que aceptó servir. Éste era otro que tampoco daba de comer a Lázaro y este otra vez tenía que robar a su amo. El amo tenía la comida guardada en un arca cerrada con llave, Lázaro se las ingenio para conseguir una llave idéntica y cada noche iba a quitarle comida haciéndole creer al clérigo que en su casa había ratas que se comían su comida. Cuando una noche el clérigo oyó un silbido que parecía de una serpiente pero que realmente era el silbido de Lázaro al tener la llave en su boca, este le arreó tal garrotazo que Lázaro tuvo que estar unos días recuperándose y cuando ya pudo andar el clérigo le hechó de su casa.

PRÓLOGO

Yo por bien tengo que cosas tan señaladas, y por ventura nunca oídas ni vistas, vengan a noticia de muchos y no se entierren en la sepultura del olvido, pues podría ser que alguno que las lea halle algo que le agrade, y, a los que no ahondaren tanto, los deleite. Y a este propósito dice Plinio que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena; mayormente que los gustos no son todos unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por ello. Y así vemos cosas tenidas en poco de algunos, que de otros no lo son. Y esto para que ninguna cosa se debería romper ni echar a mal, si muy detestable no fuese, sino que a todos se comunicase, mayormente siendo sin perjuicio y pudiendo sacar de ella algún fruto. Porque, si así no fuese, muy pocos escribirían para uno solo, pues no se hace sin trabajo, y quieren, ya que lo pasan, ser recompensados, no con dineros, mas con que vean y lean sus obras y, si hay de qué, se las alaben. Y, a este propósito, dice Tulio: «La honra cría las artes».

¿Quién piensa que el soldado que es primero del escala tiene más aborrecido el vivir? No por cierto; mas el deseo de alabanza le hace ponerse al peligro; y así en las artes y letras es lo mismo. Predica muy bien el presentado y es hombre que desea mucho el provecho de las ánimas; mas pregunten a su merced si le pesa cuando le dicen: «¡Oh, qué maravillosamente lo ha hecho vuestra reverencia!». Justó muy ruinmente el señor don Fulano, y dio el sayete de armas al truhán, porque le loaba de haber llevado muy buenas lanzas: ¿qué hiciera si fuera verdad?

Y todo va de esta manera: que, confesando yo no ser más santo que mis vecinos, de esta nonada, que en este grosero estilo escribo, no me pesará que hayan parte y se huelguen con ello todos los que en ella algún gusto hallaren, y vean que vive un hombre con tantas fortunas, peligros y adversidades.

Suplico a vuestra merced reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera más rico si su poder y deseo se conformaran. Y pues vuestra merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, parecióme no tomalle por el medio, sino del principio, porque se tenga entera noticia de mi persona, y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña remando, salieron a buen puerto.

 

TERCER TRATADO.

Lazarillo llegó a Toledo pidiendo limosnas amablemente y se topó con un escudero muy bien vestido y al que Lazarillo creyó que le propinaría bastante comida y el escudero resulto al final ser su amo. Cuando le conoció descubrió que, efectivamente, las apariencias engañan y que en realidad era un muerto de hambre. El escudero se iba de buena mañana y no volvía hasta la noche. cuando Lázaro acababa de asear la casa se iba a pedir limosna para poder comer algo. Cuando las conseguía le daba de comer a su amo ya que veía que el pobre escudero no comía nada. Hasta que se prohibió el pedir limosna en la calle y sus vecinas les ayudaron a mantenerse. Cuando lazarillo un día salió de su casa veía k traían a un muerto a casa del escudero y fue corriendo hacia casa para comunicárselo al escudero. Más tarde el escudero se marchó dejando a Lazarillo solo y con todas las deudas encima y cuando llegaron con el muerto y le vieron a él solo y supieron que él era inocente le dejaron marchar y lazarillo abandonó esa casa

CUARTO TRATADO.

Lazarillo buscó otro amo y éste resultó ser un fraile que andaba mucho y también le hizo caminar mucho a él. Lazarillo lo abandonó por eso y por otras causas que no quiere contar.

QUINTO TRATADO.

Lazarillo se topó con su nuevo amo, un buldero, el cual se le ocurrían mil maneras de vender bulas. Un tiempo el buldero no consiguió vender bulas y entonces un alguacil que trabajaba para el, hizo querer ver que estaba poseído por un demonio al hablar mal de esas bulas y así demostrándole a la gente que eran bulas divinas y así vendieron más. Al cabo de unos meses Lazarillo abandonó a ese embustero.

SEXTO TRATADO.

Lazarillo fue a topar con un capellán con el cual ganó una pequeña fortuna que le bastó para comprarse vestimenta nueva. Al final lazarillo lo abandonó porque ya no necesitaba de su trabajo.

SEPTIMO TRATADO.

Lazarillo se topó con un alguacil pero no quiso aceptar que fuera su amo porque le pareció un trabajo un tanto arriesgado. Después se asentó con el arcipreste de San Salvador y se acabó casando con una criada suya. Las malas lenguas decían que su mujer se las andaba con otro pero él no hizo caso y defendió a su mujer a capa y espada. Al final el Emperador entró sus cortes a Toledo y así prosperó su fortuna.

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